lunes, 19 de septiembre de 2011

Si los semáforos se volvieran locos.

jaume 21 de julio de 2011 | 23:59 ¿Qué harías si te encontraras con un semáforo tal y como el que vemos a la derecha de estas líneas? ¿Esperarías en la acera? ¿Cruzarías? ¿Ambas cosas a la vez? Sin duda, la señalización semafórica cumple muy bien su función: regular, de forma automática, el orden en que los diferentes flujos de tráfico franquean una intersección. De forma que en ningún momento diferentes vehículos intentan pasar por el mismo lugar a la vez. O, por lo menos, los flujos principales. A veces, los flujos secundarios (normalmente aquellos que giran) pueden eventualmente comparten el espacio con otros (por ejemplo, los peatones que cruzan la calle perpendicular), lo cual se suele indicar mediante ámbar intermitente. Huelga decir que todo esto está sumamente interiorizado por todos los conductores,... aunque a menudo parece que el verde permanece en nuestras retinas algo más de lo deseable. Pero la norma general está muy asumida: rojo parar, verde tirar. Hasta el punto si los semáforos dejaran de funcionar durante la hora punta se formaría un buen caos. La ley, que los expertos en el tema por favor me corrijan si me equivoco, viene a decir que si ninguna de las luces de un semáforo está encendida, entonces es como si no existiera. Utilizaremos las reglas por defecto para decidir quién tiene prioridad. A menudo las intersecciones tienen señales fijas (stop, ceda el paso, etc.) para estas ocasiones. Normalmente quedan anuladas por la señal semafórica, que es de rango superior; pero toman el mando en su ausencia. Y si no existiera esta señalización fija alternativa, pues volvemos a la norma general: debemos ceder el paso a quien se aproxime por la derecha. En un caso como el de la fotografía anterior, donde se producen indicaciones contradictorias, no tengo tan claro como se supone que debemos actuar. Supongo que entraría en juego el precepto según el cual ante dos señales contradictorias del mismo rango, prevalece la más restrictiva. Es decir, los peatones no podrán cruzar el paso de cebra. Esta teoría es muy bonita, pero en la práctica todo es muy diferente. Porque si uno se encuentra con un semáforo que no funciona, en principio no tiene forma de saber si el resto de semáforos de la misma intersección también están desactivados. En el peor de los casos, un vehículo que se acerque hacia nosotros por nuestra izquierda podría tener luz verde, y por lo tanto atravesará la intersección sin aminorar. No se preocupará de nosotros, aunque salgamos por su derecha y debería cedernos el paso, la luz verde del semáforo le otorga la prioridad de paso. Ni se imagina que nuestro semáforo podría estar estropeado. Por otra parte, nosotros aplicaremos la regla general. Como viene por la izquierda supondremos que tenemos la prioridad y arrancaremos, con lo cual acabaremos colisionando. Buena parte de la seguridad vial se basa en que todos los conductores sigan las mismas premisas, principio que dejaría de cumplirse en este hipotético caso de un semáforo estropeado. Este caso es potencialmente más peligroso que si se apagaran todos los semáforos a la vez. En ese caso, por lo menos todo el mundo jugaría con las mismas reglas. Por lo tanto, no me extrañaría que los semáforos reales incluyeran protecciones para que esto no pase; pero aquí ya estoy lanzando una hipótesis.
Otro ejemplo, cuando me encontré con la situación de la foto que encabeza este artículo (que es real y sin manipular, prometido), lo primero que pensé era en asegurarme que no estaban pasando los coches que vienen de más arriba por la misma calle. Ese es el momento en que el tráfico es mayor en ese punto, y normalmente el paso de peatones permanece cerrado. La única solución fue mirar con detenimiento y cruzar prestamente en cuanto todo estuvo en calma. Por suerte, es algo que no pasa casi nunca; y cuando pasa, a menudo hay semáforos redundantes que nos sacan del embrollo. Por lo tanto, a la práctica, sería inviable pedir que todos los conductores que pasan una luz verde vigilen a los lados por si los semáforos laterales están rotos. Es decir, la responsabilidad recaerá sobre quien sufre la situación excepcional, es decir, aquél que pasa por un semáforo averiado o apagado. Asumir acríticamente que el resto de semáforos de la intersección también están desactivados, como hemos visto, puede ser peligroso. Mi consejo personal al respecto es tomarse siempre esta situación como si hubiera un stop: Detenernos al borde de la intersección para disfrutar de tiempo para observar la situación. A lo mejor podemos llegar a ver el resplandor de los semáforos de la vía transversal, o vemos a los coches detenidos cediéndonos el paso. En cualquier caso, ya que la señalización automática no puede darnos la información que suele hacer, la mejor solución es tomarnos la molestia de recabar dicha información nosotros mismos. Porque, aunque pongamos todo nuestro empeño en ello, pasar y no pasar al mismo tiempo es imposible. Por mucho que se iluminen todas las luces del semáforo.

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