Al volante de un auto, cualquier acción implica consumo de combustible. Frenar, adelantar o girar son maniobras que realizamos muchas veces a lo largo del día. De cómo se efectúen dependerá en gran medida que tu auto gaste más o menos.
1. Frenar para ahorrar
Pese a que parece una contradicción, frenar es gastar, porque implica perder inercia y requiere consumo para reanudar la marcha. Para practicar un manejo económico eficiente es necesario frenar lo menos posible –siempre sin poner en riesgo la seguridad, esto que quede muy claro-, por lo que intentaremos practicar una conducción con los cinco sentidos, que nos permita anticiparnos a los movimientos de los demás (si circulamos en autovía o autopista con tráfico denso y observamos que más adelante la marcha se está deteniendo, iniciaremos la reducción de velocidad con la antelación suficiente para evitar una frenada brusca, simplemente levantando el pedal del acelerador).
Aunque hay varias formas para lograr que el vehículo pierda velocidad: sobre los frenos, sobre la transmisión de potencia o sobre el motor, no se puede recomendar actuar siempre de una determinada forma. Ahora bien, en líneas generales y teniendo siempre en cuenta la seguridad, los frenos son el medio más eficaz para conseguirlo, ya que han sido desarrollados para tal efecto, permiten dosificar la intensidad del esfuerzo con mayor precisión, actúan sobre las cuatro ruedas y no exigen grandes esfuerzos a la mecánica. La frenada óptima se logra cuando el vehículo rueda sobre el suelo sin deslizamiento o pérdida de adherencia, en línea recta.
2. Adelantar para ahorrar
En adelantamientos o incorporaciones a vías principales, donde es necesaria una aceleración rápida, procuraremos hacerlo en marchas más cortas, cambiando un poco antes de alcanzar el régimen de potencia máxima. Una vez alcanzada la velocidad de crucero deseada intentaremos circular de forma constante en la velocidad más larga posible.
3. Tomar curvas / girar para ahorrar
Como decíamos al principio, girar también significa gastar. Básicamente esto se produce por dos motivos: al auto le cuesta más circular en curva que en línea recta, tanto más cuanto más cerrada sea la curva y, en segundo lugar, porque el mecanismo que mueve la dirección para girar las ruedas también absorbe parte de la energía suministrada por el motor (algunos fabricantes incorporan ya sistemas de dirección servoasistidos por mecanismos eléctricos que no restan energía directamente de la polea del cigüeñal, sino que lo hacen de la batería. Según afirman, estos dispositivos permiten un ahorro de combustible en torno al 8 por ciento).
Está claro que hay que girar en las curvas, por lo que intentaremos trazarla lo más abierta que nos permita la carretera. Es decir, nos colocaremos hacia la parte exterior del inicio de la curva (punto de giro) hasta que veamos el vértice de la misma (punto de tangencia) y, una vez superado éste, abriremos la dirección suavemente, de nuevo, hacia la parte exterior (punto de salida). De esta forma lograremos describir la trayectoria con el mayor radio posible.
En la práctica, lo más fácil resulta mirar hacia donde se acaba la curva, no inmediatamente delante del auto, lo que nos permitirá llevar a cabo una trazada más amplia sin girar más de lo necesario.
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