Ya sabemos que en el coche tenemos que andarnos con mil ojos, cada uno de ellos apuntando en una dirección, que no en vano la observación es la primera base de la conducción preventiva. Aun así no resulta difícil encontrarnos con un peatón oculto por un vehículo enorme, o un contenedor, o un vehículo enorme que hay en doble fila junto a un contenedor… En fin, lo de siempre: la ley de la selva vial.
El Amulett Car2X funciona gracias a la comunicación entre el vehículo y el peatón, y sólo es posible si el vehículo está equipado con tecnología car2X (obvio) y si el peatón lleva consigo un emisor de ondas de radio que avisa al vehículo de su presencia en el borde de la calzada. Lo están desarrollando en Alemania entre el Ministerio Bávaro de Asuntos Económicos, Infraestructura, Transporte y Tecnología, BMW y varias empresas especializadas en tecnología de comunicación por radiofrecuencia.
¿Pros que se le pueden intuir al sistema Amulett Car2X? Bueno, el mayor de todos creo que está claro: la mejora de la seguridad vial de los niños que van a cruzar la calle pero quedan ocultos por determinados vehículos estacionados. ¿Contras? Hay unos cuantos, pero en sí la necesidad de llevar encima un transmisor de radio me parece el principal de los inconvenientes, y no por una cuestión de salud, que a lo mejor también.
Realmente, hoy en día casi todos llevamos encima uno u otro gadget, y de hecho un teléfono móvil cualquiera de los que hay hoy en día podría desempeñar perfectamente la función de comunicarse con los vehículos mediante el sistema car2X, así que por ahí no habría mayor problema en la implantación del sistema. Pero, ¿qué ocurriría con las personas que no llevaran en el bolsillo su radiotransmisor?
Abramos un pequeño paréntesis para recordar que las personas actuamos de acuerdo con nuestros hábitos, y que estos hábitos son el resultado de un aprendizaje por repetición, que primero es consciente y luego inconsciente. Además, sabemos que un hábito sólo se pierde cuando se adquiere uno nuevo. ¿Sí? ¿Lo tenemos presente? Pues vale, cierro paréntesis.
¿Cómo se traslada el asunto de los hábitos a la problemática del Amulett Car2X? Imaginemos la situación: hemos dado un salto en el tiempo de unos… diez años, por ejemplo, y el Amulett Car2X ya es una realidad en la calle, de manera que de la parte del peatón prácticamente todo el mundo lo lleva en su móvil. Del lado del conductor, todo aquel que lleva un coche con Amulett Car2X ya está habituado a que, en lugares de visibilidad reducida, el sistema le avise de la presencia de peatones, y todo va bien… hasta que sale de la nada un peatón que no lleva consigo el emisor.
¿Intuimos ya por dónde va el problema no sólo de Amulett Car2X sino de la mayoría de los elementos tecnológicos que nos hacen la vida más fácil? Que cuando se nos vuelve a complicar… no estamos acostumbrados. Y eso, aplicado a la mayoría de los sistemas de seguridad activa no es demasiado preocupante, porque en el fondo todos siguen funcionando aunque se les caiga la electrónica. Funcionan peor o incluso mucho peor, sí, pero siguen funcionando. En cambio, relajarse hasta el punto de dejar la observación en manos de la electrónica... ¡Uf!
Al primero que me hable de aviones y cohetes le lanzo un peatón en mitad del vuelo, a ver cómo se lo monta para no atropellarlo. Aunque parezca mentira, cada entorno de la circulación es un sistema en el que todos los elementos guardan una relación. Por los aires no suele haber peatones (salvo algún suicida puntual) de la misma forma que por una autopista despejada uno puede programar su control de crucero y viajar más o menos tranquilo. Por el contrario, pasar por una calle susceptible de ser empleada por peatones a los que no se ve y confiar en que la tecnología ayuda a detectarlos… ¡Reúf!, insisto.
Para que funcione el Amulett Car2X es necesario que vehículo y peatón lleven un sistema car2X (obvio, claro que sí), pero también es necesario garantizar que todo funcionará correctamente si uno de los dos elementos de comunicación falla. Y eso no es tan fácil como darle a un botón sino que hablamos de integración de hábitos… o de la obligación absoluta de llevar encima un transmisor. ¿Acabaremos todos con un chip hipodérmico para poder salir a la calle a comprar el pan?
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