martes, 13 de septiembre de 2011
Adolescentes alcoholizados – Un problema en busca de solución.
18 de noviembre de 2010 | Autor: EduVia
Interesante nota sobre los efectos del alcohol, principalmente en los jóvenes. No está de más incluirlo en esta publicación porque es necesario conocer en profundidad las causas biopsicosociales que están afectando a los más jóvenes redundando en una elevada cantidad de accidentes automovilísticos.
Por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
Nada mejor definida, en la revista Noticias (editorial Perfil, Argentina), la relación entre los adolescentes y el alcohol como “Enemigos íntimos”. Este vínculo, que, para el adolescente, acarrea sus “beneficios”, lo lleva a que se desaten, en su vida, consecuencias “casi” anunciadas. A medida que proporciona desinhibición, superación de la timidez, alegría, euforia, el sentir que “todo lo puedo y nada me importa”, el adolescente sucumbe a una creciente demanda de alcohol desde el trago “ingenuo” hasta el de más alta graduación.
A pesar de las prohibiciones de la venta de bebidas alcohólicas, el joven encuentra las maneras de acceder a ellas, y, por supuesto, siempre subyace la complicidad de uno o varios adultos. El consumo aumenta día a día.
Las causas pueden incluir la imitación de conductas (tanto de los adultos que lo rodean o del grupo de pares al que pertenece), la presión social ejercida, muchas veces, por los medios de comunicación. La publicidad persigue como objetivo estimular el deseo y la necesidad de consumir. Los avisos de cerveza presentan, no tan ingenuamente, “el sabor del encuentro”, o los de vino frutado invitan a la diversión desenfrenada, con sus cortos “Reconciliación” y “Timbre”, que pueden verse en YouTube para su discusión.
Hay ofertas de bebidas alcohólicas a un paso de donde desarrollan su vida los jóvenes. Años atrás, el consumo se realizaba fuera del hogar o en lugares donde entablan relaciones los adolescentes. Hoy, las famosas “previas”, antes de concurrir a las discotecas, como emergente de los altos costos económicos, se hacen en la casa de alguno de los adolecentes y, más de las veces, con la anuencia de los padres. Se han convertido en una especie de ritual y hasta mantienen su espacio en Internet (www.tuprevia.com), en donde aconsejan cómo beber mayores cantidades de alcohol.
Se debe tomar conciencia de que los jóvenes y sus familias niegan sufrir algún tipo de alcoholismo, dado que no se bebe en la semana, sino sábado y domingo. No se puede salir, si no es alcoholizado, creándose, así, una total dependencia. Con el tiempo, se llegará a ingerir alcohol en cualquier momento del día.
La prevención, desde la familia, es decisiva. No sólo debe informarse a los hijos sobre los riesgos del consumo, sino que, además, hay que ser conscientes del vínculo propio que mantienen ellos con las bebidas. De padres alcohólicos un alto porcentaje de los hijos copiará esas conductas.
Los adolescentes deben saber que los daños provocados son físicos y psíquicos, constituyendo, a su vez, un problema social, ya que sus efectos pueden modificar la vida de los demás. Muchos de los accidentes de tránsito son ocasionados cuando existen elevados niveles etílicos en sangre, a la salida de discotecas o bares.
El alcohol lentifica la actividad cerebral y circulatoria alterando los estados de alerta, el juicio, la coordinación física y el tiempo de reacción.
Desde lo psicológico, lo emocional se vuelve inestable, disminuye el temor, la ansiedad, y se acrecientan las conductas de riesgo. Afecta el desarrollo de la personalidad, estimula el facilitismo valorizando el placer inmediato. Se asocia el consumo de alcohol a las peleas callejeras. Su ingesta desencadena el bloqueo de las funciones frontales del cerebro incrementando la violencia. Los efectos del alcohol dependerán de la cantidad ingerida y de la rapidez de la ingestión. Según los especialistas, cuando se bebe alcohol, el 20% es absorbido de inmediato hacia el torrente sanguíneo, a través del estómago, y el resto es procesado rápidamente en el intestino delgado (en 5 a 10’). En pocos minutos más, alcanza el cerebro. El alcohol es metabolizado (degradado) principalmente en el hígado (95%).
La tolerancia o el acostumbramiento se desarrollan rápidamente. Cuando se inicia su consumo antes de los 18 años, se eleva cinco veces la probabilidad de que se cree una adicción. La cerveza y las mezclas de vinos con jugos o gaseosas son las que más comúnmente consumen los bebedores jóvenes. Los adolescentes, sobre todo los más jóvenes, tienden a tomar más cantidad de estas bebidas, supuestamente más livianas, y terminan ingiriendo grandes cantidades de alcohol. Son los primeros pasos en el camino de la adicción. “La cerveza es una droga legal. Pero, en el imaginario colectivo, ni siquiera está registrada como una droga. Para muchos chicos, no es vista como algo adictivo ni peligroso”, afirma el sociólogo Alberto Calabrese, comisionado de Prevención de la Secretaría contra la Drogadicción de la Nación (Sedronar). Es muy probable que el paso siguiente sea el encuentro con otro tipo de drogas (marihuana, éxtasis, derivados de las anfetaminas y muchas más que aparecen día a día) que generan mayores sensaciones placenteras (estados eufóricos) como destructivas (depresión) para el organismo.
Se debe tener en cuenta que, debido al efecto desinhibidor del alcohol, los adolescentes están más expuestos a tener relaciones sexuales genitales tempranamente, exponiéndose, así, a contraer HIV, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
“El alcohol ingerido en forma abusiva constituye un factor denominador común en muchos de los graves problemas que enfrenta la sociedad argentina. En nuestro país se registran más de 1.265.000 alcohólicos mayores de 16 años, pero lo sintomático del futuro nada promisorio es que más de 800.000 menores, de entre 12 y 15 años, ya consumen alcohol regularmente. En la provincia de Buenos Aires, la encuesta anual realizada por la Spadla, el año último, arrojó que el 75% de los bonaerenses comienza con las bebidas alcohólicas antes de los 18 años”. (1)
“Según el último informe oficial, en la Argentina, tres de cada diez adolescentes abusan del alcohol. El reporte indica, además, que está creciendo el número de chicos de apenas diez años hallados ebrios. Es el fenómeno de los niños alcohólicos. La moda de emborracharse se ha convertido en el principal ritual de ingreso en la adolescencia. Así, se han observado varios casos de jóvenes que han terminado en un hospital por coma alcohólico”. (2)
Fuente: San Pablo on line
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