sábado, 24 de septiembre de 2011

El Lunar Rover, primer automóvil que pisó la Luna

Imagen de Apolo 15, tomada por el comandante David Scott, al final de la EVA-1. Piloto del módulo lunar Jim Irwin se ve con el vehículo explorador lunar, con el Monte Hadley en el fondo
El día 31 de agosto de 1971, hace hoy 40 años, el astronauta David R. Scott, comandante de la misión Apollo 15, es la primera persona en conducir un vehículo sobre la superficie de nuestro satélite. Se utilizó en las misiones de las NASA y gracias a él, pudimos conocer mucho más sobre la Luna.
La NASA quería investigar la superficie extraplanetaria y encargó a las empresas Boeing y General Motors la creación del Lunar Rover Vehicle. En un principio era alimentado con una batería que accionaba un motor de 200 W en cada rueda y tracción independiente.
El Lunar Rover, además de ser conducido por una persona, contaba con una vida útil de 180 kms., aunque sólo podía alejarse 9,6 kilómetros del módulo Lunar. Se trata del primer coche del espacio. Su objetivo: la Luna, ¿preparado para un viaje espacial?
En el video puede verse en acción al primer coche del espacio, el Lunar Rover Vehicle y a su conductor-astronauta David R. Scott, comandante de la misión Apollo 15, desenvolviéndose perfectamente por los terrenos lunares:
A pesar de dichas imágenes, cuando se cumplen 40 años de la llegada del primer automóvil que pisó nuestro satélite, aún quedan apoloescépticos que dudan de una de las mayores hazañas de la humanidad. Se basan en teorías que giran en torno a dos cuestiones. Por un lado, que aún no se disponía de la tecnología suficiente como para lograr alcanzar la Luna, y por otro, la necesidad de EE.UU de lograr la victoria en la carrera espacial, liderada entonces por los soviéticos.
Sin embargo, científicos, astronautas, astrofísicos y conocedores del tema de primera mano no dudan ni por un momento en manifestar que el hombre pisó la Luna el 20 de julio de 1969. Y además, aclaran de que hay gente en contra buscando notoriedad al desmentir dicha hazaña que ha sido comprobada y seguida por 400.000 personas entre empresas y universidades que trabajan en la NASA. De hecho, se sabe que en pleno apogeo del programa Apollo, la NASA tuvo en nómina a 35.000 personas, más las personas que le trabajaban en proyectos y estudios. Por tanto, no se puede construir un engaño donde están implicadas miles de personas en las observaciones.
Volviendo de nuevo al apasionante viaje, el mayor reto según los ingenieros de la NASA consistía en adaptar a Lunar Rover a las condiciones de estos lugares (geografía, gravedad, fisionomía del suelo, temperatura) algo que solventaron con éxito, ya que durante el paseo, de 28 kilómetros en total, su conductor Scott, llegó a recoger 76 kilos de piedras lunares. En términos de seguridad vial, se podría decir que una buena planificación del viaje es esencial para evitar contratiempos.
De vuelta y con los pies en la Tierra, si analizamos la expedición recordando los principales factores que intervienen en la seguridad vial, tuvo que ser como una adaptación de la velocidad a las irregularidades del terreno, un vehículo revisado en cuanto a seguridad activa y pasiva; y por último, el buen estado físico y psíquico del conductor para afrontar una conducción sin riesgos.

Sistema Antikamikaze


Capreolus (06 de septiembre de 2011)

Para evitar el peligro que causan los conductores que circulan en sentido contrario, la empresa Proyectos Integrales de Balizamiento ha creado un sistema que detecta a un automóvil que circula incorrectamente a 200 metros. Al mismo tiempo, dicho sistema, pone en marcha un sistema luminoso de aviso, a la vez que alerta del incidente a los agentes de tráfico mediante un SMS, para evitar que se produzca una colisión frontal y la evasión del conductor responsable.
Los accidentes de circulación consistentes en colisiones frontales son la mayoría muy graves debido en parte a la velocidad de impacto y la suma de las velocidades de ambos en cuanto a la energía de deformación y que afecta de lleno al habitáculo del automóvil. La mayoría de este tipo de accidentes ocurren en festivos, de noche y los implicados han consumido alcohol o drogas.
Hay varios sistemas antikamikazes que ya están patentados, como el caso del badén inteligente, que sólo se activa cuando detecta que el coche supera la velocidad permitida alertando al conductor para que se detenga en el margen de su derecha, y también existe un dispositivo de pinchos ‘anti-kamikaze’ que brotan del suelo en el momento en que un conductor circula muy rápido en sentido contrario.
En resumen, los sistemas citados y otros más que se mostrarán en la feria Trafic 2011, serán muy interesantes desde el punto de vista de la Seguridad Vial, sobre todo por el estudio que se hace de sistemas que son viables para aplicarse de manera preventiva (antes de que se produzcan los accidentes de tráfico) y paliativa (una vez producidos, reducir sus consecuencias).


Sistema de contención de vehículos o atenuadores de impactos.


Capreolus (06 de septiembre de 2011)

Se trata de un sistema de contención de vehículos, diseñado para amortiguar el impacto frontal de los mismos ante los accidentes ocurridos por salidas de vía, sobre todo en autopistas y autovías. Los atenuadores de impactos AIR-H110P de Hiasa, además de absorber el fuerte impacto frontal o lateral, minimizan las lesiones que puedan producirse en el interior del habitáculo.
Pueden ser utilizados para dividir las calzadas en el caso de autovía y autopista y para delimitar o separar la mediana de la calzada. Evitan las invasiones del sentido contrario en los casos de las post-colisiones o por salidas de vía. Como nunca llueve a gusto de todos, quizás los usuarios de moto pueden ser los menos beneficiados con este sistema; por eso, los avances sobre estos elementos de seguridad pasiva están, cada vez más, encaminados a la protección de la persona y no tanto del vehículo.
Además de comportarse como barreras deformables, gracias a que es un sistema redireccionante y no franqueable, cumplen la función de no agravar más las consecuencias. También la firma ROADIS, presenta entre sus productos el equipamiento de contención de vehículos mixto metal/madera Euro MB2 que pretende fomentar la integración paisajística de estos elementos. Aunque sigo pensando que no es cuestión de estética sino de seguridad.

El 25% de los accidentes de tráfico en EEUU, culpa de las distracciones


Seguridad Activa – Estadísticas (29 de julio de 201)

No es la primera vez que tratamos el tema de las distracciones al volante en Circula Seguro. Y no es la primera vez que la DGT aplica campañas de vigilancia para atajar las distracciones al volante por uso indebido de navegadores, teléfonos móviles o aparatos similares. Pero si es la primera vez que se elabora un informe en el que se presentan cifras reales de accidentes derivados de distracciones.
A pesar de que este estudio está realizado en EEUU por la GHSA (Governors Highway Safety Association), asociación americana que promueve la Seguridad Vial, sus cifras pueden ser perfectamente válidas en nuestro continente. Porque a pesar de que las costumbres son diferentes a un lado y a otro lado del charco, el que es un cenutrio aquí seguro que lo es también allí. Y allí entre un 15 y un 25% pudieron ser debidos al uso de aparatitos al volante.
Pero ojo, que en el informe Distracted Driving: What Research Shows and What States Can Do que podéis consultar en ese mismo enlace, no sólo se trata el tema de las distracciones más comunes y achacables siempre a teléfonos móviles, navegadores, aparatos de radio o similares, ya que hay que tener en cuenta que existen otro tipo de distracciones que también pueden hacernos tener un accidente.
Así hacen distinción entre cuatro tipos de distracciones, en función del tipo de estímulo que cree en nosotros: visual (por estar absorto mirando algo), auditiva (estar escuchando pájaros), manual (tener algo más que el volante entre las manos) y cognitiva (estar empanado pensando algo o con los pájaros que estábamos escuchando antes metidos dentro de la cabeza).
Por otro lado, la fuente de distracciones puede venir desde diferentes fuentes: asociado al vehículo (pantallas, navegadores, mandos, cuantos más botones a los que mirar peor), aquellos que se llevan al vehículo (teléfonos, ordenadores, comida, animales, ...), externas al vehículo (señales, carteles luminosos, nubes con formas raras, ...) y por último, las internas al propio conductor (cuando llegue a casa tengo que poner la lavadora, ...).
Problema: luchar contra las distracciones involuntarias, las que nos acompañan dentro de nuestra cabeza. Para ello, hay que tener presente que cuando conducimos estamos realizando un acto potencialmente peligroso para nosotros y para los demás por lo que nuestra atención tiene que ser máxima en todo momento. Ya habrá tiempo para separar la ropa blanca de la de color y echar suavizante al llegar a casa.

Y tú, ¿frenas o retienes? (2)

Josep Campos (Seguridad Activa 01 de agosto de 2011)
En el articula anterior estuvimos hablando un rato sobre el freno motor, vimos qué era y por qué hoy en día los profesionales de la enseñanza de conducción avanzada le dan un poco de lado. Y vimos también que, con todo, hay muchos conductores que piensan que toda su frenada se debe a la fricción de las pastillas contra los discos cuando en realidad no siempre es así.
Y de ese matiz, del “no siempre es así” nos encargaremos hoy. Sí, porque en ese afán que tenemos muchos seres humanos por simplificar la realidad para comprenderla con mayor avidez, en ocasiones olvidamos que no hay una sola manera de frenar (o, más exactamente, de aminorar la velocidad de nuestro coche) sino varias, una para cada ocasión.
Y en cada ocasión merece la pena tener muy claro qué estamos haciendo con el coche y por qué. Ahora vamos a meternos en nuestro vehículo y vamos a enfrentarnos a tres situaciones. Dos de ellas son muy cotidianas en nuestro día a día. La otra, no tanto (espero).

Y tú, ¿frenas o retienes? (1)

Josep Campos (Seguridad Activa 01 de agosto de 2011)

¿Qué es mejor: restar velocidad usando el pedal del freno o dejando que el motor retenga el vehículo? ¿Qué es más recomendable: ir reduciendo marchas o simplemente frenar hasta la detención del coche? ¿Qué conviene más: pisar el embrague antes que el freno o el freno antes que el embrague?
En efecto, hoy voy a hablar del freno motor, un concepto que, a pesar de estar pasando horas bajas en la actualidad, a mí me sigue pareciendo un buen recurso para la conducción segura. Y voy a tratar del tema sabiendo que flota en el ambiente una cierta rivalidad entre quienes son firmes acólitos del motor como retenedor del vehículo y quienes defienden a ultranza el uso del pedal del freno de servicio.
Para empezar, nos situamos. ¿Qué es el freno motor? Como digo siempre en clase, que nadie abra el capó del coche buscando el emplazamiento de un frenomotor. El freno motor no es un cacharro, sino un concepto, y para explicarlo nos vamos a poner en la piel del conductor que va por ahí con su coche.

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Conocemos las normas de circulación? (1): de la práctica a la teoría

Hace unos días se me ocurrió hablar sobre la normativa existente que regula el tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial. Tema que puede resultar tan extenso como lo es, la propia complejidad de leyes y demás disposiciones que rigen el fenómeno vial. Por un lado, pueden pensar los lectores que sería aburrido leerse un párrafo como si de un artículo se tratara, pero no será el caso, ya que intentaré refrescar algunos consejos, detalles y conceptos de seguridad vial. A base de innovaciones y adelantos de la ciencia vamos progresando. No olvidemos que las noticias vuelan de un lado para otro, gracias a las redes sociales de comunicación. Vamos a la tienda por la mañana para comprar el pan y mientras esperamos en la cola, la gente está hablando de una noticia que hace unos minutos fue emitida por la cadena de televisión a través de su informativo matinal. Pero, cuando cambian las normas, en este caso las de tráfico, ¿las aplicamos después con esa misma prontitud? Si me permiten, en la respuesta está la madre del cordero. ¿Y por qué no? el origen del problema. Puede ser, como de la práctica a la teoría por instinto. Por eso, no es conveniente dejarse llevar por los rumores o conversaciones donde todo vale, ni tampoco por los razonamientos convenidos, es decir, decimos lo que nos interesa y si por ignorancia cometemos un error, como mucho, puede uno disculparse y con suerte salir del apuro.
Reconozco que estar al día sobre la normativa actual, es muy complicado. Tenemos una sociedad muy cambiante y al mismo tiempo, exigente. Ha ocurrido que por consenso entre los miembros de asociaciones, colectivos o simplemente por voluntad popular se han cambiado, modificado o ampliado, por ejemplo, conceptos del manual del conductor. Las mejoras orientadas a la prevención, aceptadas por las nuevas tecnologías y nuevos hábitos de conducta siempre serán bienvenidas si con ello, logramos reducir los accidentes de tráfico. No es el caso pero ¿quién no se ha visto implicado en un incidente de tráfico y ha tenido que remitirse al código de la circulación? Pues, entre otras cuestiones, para eso está la norma volviendo nuevamente de la práctica a la teoría por convencimiento. Pero también, la norma que regula el fenómeno vial no está sólo para recordar a los usuarios de que existe y que es un instrumento para convencer a unos y llevar la contra a otros. La solución a cualquier conflicto, además de depender de nuestra experiencia, va a tener mucho que ver los conocimientos que adquirimos en su momento. La mayoría de leyes y disposiciones que desarrollan el tráfico, la circulación de vehículos y personas, contiene la normativa existente en cuanto a derechos y obligaciones en materia de seguridad vial que tenemos que conocer si queremos aplicarlas. En definitiva, conocer las reglas del juego para saber lo que está bien y lo que está mal. En este caso, toca comerse el reglamento general de circulación con todos sus aliños. Aunque, en plan docente, diría: “por favor, leánse la exposición de motivos”, esa introducción que hacen los legisladores para justificar su trabajo. El primer reglamento para el Servicio de Coches Automóviles por las carreteras del Estado, de 17 de septiembre de 1900, limitaba la velocidad de circulación a 28 km/h en carretera y 15 km/h en ciudad
Pues bien, si hacemos un poco de historia, allá por el año 1934 se aprobó por Decreto, de 25 de septiembre, el Código de la Circulación actualmente derogado. Su desaparición (hasta hace poco, por las continuas modificaciones del reglamento general de circulación) tuvo que ver con la necesidad de disponer de un instrumento legal idóneo, actualizado (crecimiento del parque de automóviles) y adaptado a los principios de la Constitución de 1978. Y lo más importante, con la modernización de la norma, se deja a un lado las medidas puramente policiales para pasar a promover la seguridad de la circulación y la prevención de accidentes, tanto en carretera como en zonas urbanas. No obstante, aunque el tráfico y circulación de vehículos a motor es competencia del Estado, por cuestiones de transferencias, sólo las Comunidades Autónomas del País Vasco (en el año 1982) y Cataluña (en el año 1998), cuentan con la competencia sobre su propio procedimiento sancionador y vigilancia de sus vías. El Código de la Circulación, de 25 de septiembre de 1934, con sus 304 artículos, contemplaba toda la reglamentación de circulación y tráfico. Con el paso del tiempo, todo ese articulado se ha ido actualizando y dividido en tres reglamentos: circulación, vehículos y conductores Con la nueva Ley en materia de tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, se regula a través de sus reglamentos: las normas de circulación para los vehículos, peatones y animales que utilicen las vías públicas, los elementos de seguridad y condiciones técnicas de los vehículos, la señalización de las vías, las autorizaciones que otorga la Administración para el uso de vehículos a motor que garanticen la seguridad y fluidez de la circulación, así como el procedimiento sancionador.
Además, para cumplirse el objetivo de la norma actual, su regulación es aplicable a todo el territorio nacional incluso en aquellos terrenos (ya sean urbanos como interurbanos) públicos de uso común y privados que sean utilizados por una colectividad indeterminada de usuarios. Por tanto, como usuarios de la red vial estamos sujetos a unas normas que son necesarias para garantizar la movilidad por nuestras calles y carreteras. Todos somos partícipes del fenómeno vial, unos como usuarios (conductores u ocupantes, propietarios) de vehículos, como titulares de las vías, y como peatones si con ocasión del tráfico hacemos uso de la red vial. No estamos exentos de cumplir con las normas viales. Incluso a los propietarios de animales sueltos o en rebaño se les aplica las normas del tráfico si hacen uso de las vías públicas y privadas. Saber a qué normas estamos sometidos, también implica formarse. En este sentido, la educación vial juega un papel muy importante, siendo la Administración, ya sea Estatal, Autonómica o Local, la que debe formar a sus ciudadanos y concienciar sobre las innegables secuelas negativas del tráfico, para que, conociendo las consecuencias, modifique los comportamientos que suponen un riesgo efectivo para todos y cada uno de los usuarios de la vía. Lo dejaremos aquí, pero más adelante, intentaré abordar temas muy diversos y enfocados al conocimiento de la norma para desarrollar esa teoría que olvidamos con el tiempo.

¿Conocemos las normas de circulación? (2): usuarios somos todos

Capreolus 3 de septiembre de 2011 | 15:52 Si circulamos por la red viaria tenemos que saber como usuarios que no estamos solos. También las calles y carreteras son compartidas por el resto de usuarios. Se trata de peatones o personas que con ocasión del tráfico hacen uso de la vía; conductores de bicicletas, de ciclomotores, de turismos, de camiones, de autobuses, de vehículos especiales por obras o servicios e incluso personas al cuidado de animales sueltos y rebaños. Una red vial terrestre compartida por los medios de transporte con o sin motor y que además su uso puede ser particular o profesional. En el anterior artículo sobre el conocimiento de la norma vimos a modo de introducción como sin darnos cuenta aplicamos la norma. Ya sea por instinto o por convencimiento, justificamos de alguna manera la necesidad de conocer las normas. Pero, como conductores o usuarios, sin romper el dicho de la teoría a la práctica, al hilo de lo que nos dice el reglamento: ¿aplicamos bien la norma?, ¿somos solidarios con los demás? Hace tiempo hablamos de los usuarios de patines en calidad de peatones. Y pienso, que si sumamos las posibilidades de la movilidad urbana a la variedad de personas que manejan o conducen ciclos, el acerado pasa de ser un refugio para viandantes a una calle peatonal. Al final el coche está siendo más apartado, así que para ir al centro mejor en bicicleta como alternativa. También, hay casos en los que se mezcla el acerado con la calle aunque para evitar abusos de unos y otros ya se encargará el consistorio en colocar dos filas de bolardos, que vistas desde lejos parece la señalización de una pista de vuelo y todo para recordar que la parada y el estacionamiento está prohibido. Los usuarios de la vía están obligados a comportarse de forma que no entorpezcan indebidamente la circulación ni causen peligro, perjuicios o molestias innecesarias a las personas, o daños a los bienes. (artículo 2º del RGC)
Nuestro comportamiento al mando de un vehículo puede afectar a los demás Por lo tanto, cualquier comportamiento que altere a los demás y que pueda generar peligro, perjuicios o molestias innecesarias a las personas, o daños a los bienes puede considerarse como una conducta merecedora de sanción. Y sin intención de mencionar este tipo de conductas, seguro que a más de uno le viene a la memoria alguna de esas maniobras o comportamiento contraproducente por parte de otros usuarios y que nos han dejado perplejo ante tal conducta. Como son más los usuarios de vehículos a motor y menos el resto de usuarios, me centraré en las obligaciones de los primeros pero partiendo de la base de que la colaboración entre todos los usuarios debe ser como cuando vamos a repostar a una estación de servicio, escogemos la cola y esperamos el turno de forma ordenada hasta que nos toque. Por tanto, el conductor estará obligado a controlar de manera segura su propia libertad de movimientos, así como mantener en todo momento una atención permanente a la conducción dentro de su campo de visión. Y esto se consigue con una posición correcta del conductor con respecto a los mandos del vehículo, de los pasajeros debidamente sujetos con especial atención a los niños que tienen que ir con su sistema de retención, así como llevar bien colocado el equipaje y demás objetos del interior del habitáculo. También en el caso de llevar animales sueltos, éstos tienen que ir en los asientos traseros y alejados del conductor mediante una red. La necesaria colaboración entre todos los usuarios
Si queremos tener seguridad en nuestros desplazamientos, ya sea por razones de trabajo, salidas de fiesta, ida y vuelta a nuestro domicilio, etcétera… tenemos que ser solidarios con los demás para ejercer ese derecho a la movilidad. Menciono algunas de las acciones que ni dan seguridad ni son solidarias, tales como: • Circular por una vía interurbana cambiando constantemente de carril y sin señalizar tales desplazamientos, • utilizar el acerado o el arcén para avanzar en una retención con riesgo para peatones además de entorpecer la movilidad de los demás, • arrojar papeles, restos de comida, colillas sobre la calzada, • parar o estacionar en lugares de entrada y salida de domicilios, abusando de la parada o haciendo uso de los estacionamientos utilizando más de una plaza para ello, • no hacer desaparecer o no señalizar un obstáculo sobre la calzada, • emitir ruidos y gases superiores a los permitidos, • acercarse demasiado a los vehículos que van delante sorprendiéndole con ráfagas de luz a los conductores sin motivo, • no señalizar con tiempo una maniobra de cambio de carril o adelantamiento o abusar de la maniobra entorpeciendo a los demás, • hacer caso omiso a las señales de los agentes de tráfico, • no facilitar una incorporación teniendo posibilidades de cambiar de carril para permitir la entrada de otros usuarios, • no respetar la zona de incertidumbre respecto a peatones y ciclistas, • etcétera. También el mal comportamiento, resta puntos Y por si no lo sabían, el mal comportamiento como conductores también nos puede acarrear la pérdida de puntos. Mejor lo explico en este cuadro con la observación de que el importe de la multa que figura en el cuadro pude ser reducido en un 50%, si se paga en el plazo de 20 días naturales.
Aunque puede haber más conductas que transgreden la norma, no quiero extenderme para no cansar al lector, pero seguro de que haberlas las hay. Y no pretendo con esto ser el justiciero del reglamento, ni mucho menos, pero por lo menos dejar claro que una infracción cometida puede ser la antesala para verse implicado en un accidente de tráfico y si encima involucramos a los que nos acompañan o a otros usuarios, no me parece justo. Se deberá conducir con la diligencia y precaución necesaria para evitar todo daño, propio o ajeno, cuidando de no poner en peligro, tanto al mismo conductor como a los demás ocupantes del vehículo y al resto de los usuarios de la vía. (Artículo 3º del RGC) En definitiva, las acciones que son contrarias a las normas de buena conducta son las que perjudican el derecho a la circulación y movilidad segura. Si queremos ser solidarios, tenemos que cumplir con las normas y respetar a los demás.

¿Conocemos las normas de circulación? (3): de 'paquete' y sobre dos ruedas.

Capreolus 10 de septiembre de 2011 | 23:59 Al principio sobre si conocemos las normas o no, comentamos que para hablar sobre la normativa actual, tenemos que estar al día o por lo menos saber qué normas nos afectan. Hablamos también sobre la necesidad de implicarnos dentro del fenómeno vial para llegar a entender, el por qué de la norma. Y Además, nos dimos cuenta de que como conductores, no estamos solos, ya que las calles y carreteras son compartidas también por el resto de usuarios. Pues bien, siguiendo con la línea de estar informados para desarrollar correctamente esa teoría que con el tiempo olvidamos, hoy, me centraré sobre los agregados al vehículo de dos ruedas y que como suele decirse, van de ‘paquete’ acompañando al conductor. Parejas de jóvenes que utilizan el ciclomotor, padres o madres que llevan a sus hijos en bicicleta. Hasta aquí, nada nuevo, pero… ¿cuál es la edad mínima para ir como pasajero? Veamos qué nos dice el reglamento al respecto. Estoy seguro de que se preguntarán, pasajero de un vehículo puede ser cualquiera ¿no?, mientras lleve puesto su cinturón o su casco no hay problema. Pues bien, en el caso de ir como pasajero en un turismo más o menos lo tenemos claro. Dependerá del número de asientos que disponga el vehículo por construcción y en el caso de niños pequeños pues utilizamos uno de los asientos para adaptarle el sistema de retención infantil que le corresponda y punto pelota. Pero cuando se trata de un vehículo de dos ruedas, la cosa se complica un poco, sobre todo si los dos ocupantes de un ciclomotor son menores de edad por ejemplo. Vayamos por partes, en el caso de motocicletas, además del conductor podrá ir un pasajero mayor de doce años, excepto si el que conduce es el padre, madre o autorizado por ambos que podrá ser menor de doce años pero nunca menor de siete años. Igual requisito se le exige también a los ocupantes de un ciclomotor pero con la salvedad de que su conductor con licencia o permiso AM, si quiere llevar pasajero tiene que ser mayor de dieciocho años. A no ser, que tenga una licencia o permiso AM expedida con anterioridad al uno de septiembre de dos mil ocho, que se aplicaría el mismo caso que para
Ya solo nos queda la bicicleta, y como tal, si dispone de un sólo sillín, éste será para el conductor lógicamente, aunque si le colocamos un asiento adicional homologado sí se podría transportar a un menor de hasta siete años siempre y cuando el conductor sea mayor de edad. Eso sí, bien anclado el asiento en la bici y ambos con el casco de protección puesto; primero para prevenir, aunque sea sólo por ciudad, y segundo para dar ejemplo. Tenemos claro las edades en calidad de pasajeros pero me gustaría incidir sobre los menores de edad. Me refiero a los menores de dieciocho años. Jóvenes que tienen oportunidad de decisión y disponen de un ciclomotor para desplazarse. Lo primero es recordarles que, hoy por hoy, no pueden llevar pasajero precisamente por el hecho de no tener la mayoría de edad. En parte, lo entiendo ya que son muchos los accidentes de tráfico que ocurren los fines de semana en donde se ven implicados jóvenes ciclomotoristas. Por eso, la norma considera un riesgo grave para las personas el hecho de conducir un ciclomotor o motocicleta sin casco homologado o certificado, y en consecuencia, los agentes de tráfico podrán inmovilizar el vehículo. Como excepción al principio de responsabilidad, en el supuesto de que los pasajeros de los vehículos que estén obligados a utilizar el casco de protección no lo usen, la responsabilidad por la comisión de esa infracción recaerá en el conductor. Finalmente, independientemente del tipo de vehículo, edad del conductor y pasajero, de los tres vehículos mencionados (bicicletas, ciclomotores y motocicletas), queda decir que sus conductores y pasajeros tienen en común la obligatoriedad de llevar casco de protección homologado o certificado, salvo los conductores de bicicletas, que estarán exentos de usar el casco de protección cuando circulen por casco urbano, por rampas ascendentes prolongadas, por razones médicas justificadas y en condiciones extremas de calor.

¿Conocemos las normas de circulación? (4): conductas imprudentes al volante

capreolus 17 de septiembre de 2011 | 17:22 La seguridad vial además de consistir en la prevención de los accidentes de tráfico, constituye una cuestión de gran actualidad e importancia por afectar a la colectividad y a la salud de las personas. Los índices de siniestralidad que reflejan el número de accidentes y de víctimas que se producen en la red vial nos obligan a todos, y muy especialmente a los responsables directos en la materia, a buscar soluciones que, aunque no los eviten, por lo menos reduzcan el número de accidentes y víctimas. Las conductas imprudentes tales como: no respetar las distancias entre vehículos, utilizar el teléfono móvil mientras se conduce, superar la tasa de alcohol establecida, circular con exceso de velocidad y actuar indebidamente como peatones son causa de gran número de accidentes. Son también infracciones graves, aunque aceptablemente controladas por los agentes de tráfico: no respetar la luz roja de un semáforo o un ‘stop’ y el exceso de velocidad, pero hay otras difíciles de controlar. Precisamente, pensando en las conductas que son difíciles de controlar es donde tenemos que hacer más hincapié. Respecto de las infracciones que podemos cometer como conductores, ya de sobra, las sabemos. Son las acciones u omisiones que ni dan seguridad ni son solidarias y como usuarios somos todos pues también nos afectan. Si para respetar nuestro derecho a la movilidad de una manera segura tenemos que recordar a los demás la existencia de las normas de circulación estaríamos más pendientes de las conductas ajenas que de nuestra conducción. Por tanto, no nos queda más remedio que justificar las medidas de coacción o prohibición con que cuenta la administración para mantener y garantizar la seguridad vial. ¿Cómo diferenciar una infracción de un delito? Entraríamos en un debate sobre si con las sanciones evitamos las conductas imprudentes al volante. ¿Tiene algo que ver el número de accidentes con el número de infracciones?. Evidentemente, dicho al revés se entiende que si evitamos infracciones también evitamos accidentes y esto es como decir que si reducimos riesgos también reducimos conflictos. Algunos apoyan que la educación vial es una extensión de la educación cívica como desarrollo del comportamiento de la persona en sociedad. Pero mientras la sociedad se va formando, ¿quién controla los mecanismos para garantizar el bien colectivo?. Por tanto, de nuestro comportamiento al volante va a depender esa seguridad vial que sigue siendo necesaria para evitar los accidentes en nuestras calles y carreteras. Existen varias conductas referidas a la conducción que están en contra de todo lo dicho hasta ahora. Son las conductas imprudentes contrarias al buen comportamiento en la circulación como conductores, usuarios y peatones. Acciones que son sancionables por generarse peligro, perjuicios o molestias innecesarias a las personas, o daños a los bienes. Y que además, dependiendo de su gravedad pueden incluso considerarse como conductas delictivas. Es el caso, de conducir bajo los efectos de bebidas alcohólicas y circular en sentido contrario al estipulado, por poner un ejemplo.
Habría que aclarar que todo comportamiento indebido no reviste de esa gravedad como para considerarla delictiva. Por tanto, habría que analizarse cada conducta imprudente al volante para ver si están recogidas de forma más específica en el Reglamento o en el Código Penal y además teniendo en cuenta la gravedad y proporción del hecho sancionable. Tema en cuestión, que por su contenido legalista sería más bien discutido con profesionales del mundo jurídico, pero me asusta en parte pensar que dependiendo de la intencionalidad con que cuente el transgresor de la norma, pueda ser castigado con una sanción, una pena o ambas a la vez. Sobre algunos de los delitos contra la seguridad vial Precisamente por eso, nuestro código penal en lo que respecta a los delitos contra la seguridad vial, en donde antes no matizaba la conducta infractora, ahora se tiene en cuenta como una escala o unos valores mínimos para ser tenidos en cuenta penalmente. Antiguamente, el hecho de conducir un vehículo de motor o ciclomotor bajo la influencia de bebidas alcohólicas era suficiente como para sancionar con una pena; pero ahora, además de la posible influencia, se condena por superar la tasa de 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro. Igualmente ocurre con respecto a la velocidad. El hecho de circular un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior en 60 kilómetros por hora en vía urbana o en 80 kilómetros por hora en vía interurbana a la permitida reglamentariamente, también se castigará penalmente. Para ambos casos, se toman en cuenta unas cantidades para no dar lugar a dudas y se sanciona: Será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o con la de multa de seis a doce meses o con la de trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a noventa días, y, en cualquier caso, con la de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta cuatro años. Artículo 379 del Código Penal Una de las conductas imprudentes sancionable por nuestro reglamento general de la circulación es la conducción temeraria. De hecho es considerada muy grave, sancionada con la pérdida de seis puntos de la autorización para conducir y con la multa de 500 euros. No obstante, cuando la temeridad es manifiesta, es decir, patente, clara y con ella se pone en concreto peligro la vida o la integridad de las personas, el hecho sancionable se convierte en materia penal: El que condujere un vehículo a motor o un ciclomotor con temeridad manifiesta y pusiere en concreto peligro la vida o la integridad de las personas será castigado con las penas de prisión de seis meses a dos años y privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta seis años. Artículo 380 del Código Penal Ya dijimos, en alusión al papel de la Fiscalía de Seguridad Vial con respecto a los conductores imprudentes que una de las medidas necesarias de cara a reducir la siniestralidad era endurecer las leyes para evitar que las imprudencias de tráfico potencialmente peligrosas no quedaran impunes. No obstante, parto de la base de que con un mejor conocimiento de las normas se obtiene un mayor cumplimiento de las mismas, así como que la sanción, ya sea administrativa o penal, debe evitar la reincidencia del infractor y conseguir un comportamiento prudente de todos los que utilizamos las vías públicas. Si eres prudente, no esperes a ser sancionado, tu conducta no está a prueba.

Si los semáforos se volvieran locos.

jaume 21 de julio de 2011 | 23:59 ¿Qué harías si te encontraras con un semáforo tal y como el que vemos a la derecha de estas líneas? ¿Esperarías en la acera? ¿Cruzarías? ¿Ambas cosas a la vez? Sin duda, la señalización semafórica cumple muy bien su función: regular, de forma automática, el orden en que los diferentes flujos de tráfico franquean una intersección. De forma que en ningún momento diferentes vehículos intentan pasar por el mismo lugar a la vez. O, por lo menos, los flujos principales. A veces, los flujos secundarios (normalmente aquellos que giran) pueden eventualmente comparten el espacio con otros (por ejemplo, los peatones que cruzan la calle perpendicular), lo cual se suele indicar mediante ámbar intermitente. Huelga decir que todo esto está sumamente interiorizado por todos los conductores,... aunque a menudo parece que el verde permanece en nuestras retinas algo más de lo deseable. Pero la norma general está muy asumida: rojo parar, verde tirar. Hasta el punto si los semáforos dejaran de funcionar durante la hora punta se formaría un buen caos. La ley, que los expertos en el tema por favor me corrijan si me equivoco, viene a decir que si ninguna de las luces de un semáforo está encendida, entonces es como si no existiera. Utilizaremos las reglas por defecto para decidir quién tiene prioridad. A menudo las intersecciones tienen señales fijas (stop, ceda el paso, etc.) para estas ocasiones. Normalmente quedan anuladas por la señal semafórica, que es de rango superior; pero toman el mando en su ausencia. Y si no existiera esta señalización fija alternativa, pues volvemos a la norma general: debemos ceder el paso a quien se aproxime por la derecha. En un caso como el de la fotografía anterior, donde se producen indicaciones contradictorias, no tengo tan claro como se supone que debemos actuar. Supongo que entraría en juego el precepto según el cual ante dos señales contradictorias del mismo rango, prevalece la más restrictiva. Es decir, los peatones no podrán cruzar el paso de cebra. Esta teoría es muy bonita, pero en la práctica todo es muy diferente. Porque si uno se encuentra con un semáforo que no funciona, en principio no tiene forma de saber si el resto de semáforos de la misma intersección también están desactivados. En el peor de los casos, un vehículo que se acerque hacia nosotros por nuestra izquierda podría tener luz verde, y por lo tanto atravesará la intersección sin aminorar. No se preocupará de nosotros, aunque salgamos por su derecha y debería cedernos el paso, la luz verde del semáforo le otorga la prioridad de paso. Ni se imagina que nuestro semáforo podría estar estropeado. Por otra parte, nosotros aplicaremos la regla general. Como viene por la izquierda supondremos que tenemos la prioridad y arrancaremos, con lo cual acabaremos colisionando. Buena parte de la seguridad vial se basa en que todos los conductores sigan las mismas premisas, principio que dejaría de cumplirse en este hipotético caso de un semáforo estropeado. Este caso es potencialmente más peligroso que si se apagaran todos los semáforos a la vez. En ese caso, por lo menos todo el mundo jugaría con las mismas reglas. Por lo tanto, no me extrañaría que los semáforos reales incluyeran protecciones para que esto no pase; pero aquí ya estoy lanzando una hipótesis.
Otro ejemplo, cuando me encontré con la situación de la foto que encabeza este artículo (que es real y sin manipular, prometido), lo primero que pensé era en asegurarme que no estaban pasando los coches que vienen de más arriba por la misma calle. Ese es el momento en que el tráfico es mayor en ese punto, y normalmente el paso de peatones permanece cerrado. La única solución fue mirar con detenimiento y cruzar prestamente en cuanto todo estuvo en calma. Por suerte, es algo que no pasa casi nunca; y cuando pasa, a menudo hay semáforos redundantes que nos sacan del embrollo. Por lo tanto, a la práctica, sería inviable pedir que todos los conductores que pasan una luz verde vigilen a los lados por si los semáforos laterales están rotos. Es decir, la responsabilidad recaerá sobre quien sufre la situación excepcional, es decir, aquél que pasa por un semáforo averiado o apagado. Asumir acríticamente que el resto de semáforos de la intersección también están desactivados, como hemos visto, puede ser peligroso. Mi consejo personal al respecto es tomarse siempre esta situación como si hubiera un stop: Detenernos al borde de la intersección para disfrutar de tiempo para observar la situación. A lo mejor podemos llegar a ver el resplandor de los semáforos de la vía transversal, o vemos a los coches detenidos cediéndonos el paso. En cualquier caso, ya que la señalización automática no puede darnos la información que suele hacer, la mejor solución es tomarnos la molestia de recabar dicha información nosotros mismos. Porque, aunque pongamos todo nuestro empeño en ello, pasar y no pasar al mismo tiempo es imposible. Por mucho que se iluminen todas las luces del semáforo.

Adelantar es una maniobra peligrosa

Esteban Viso 21 de mayo de 2011 | 21:06 En Circula Seguro hemos hablado largo y tendido de adelantamientos, y no va a ser nunca suficiente. Adelantar es una maniobra peligrosa por su propia naturaleza. De hecho creo que es una de las maniobras que más experiencia requiere al volante porque implica muchas variables que, sin la suficiente confianza en ti mismo y en el vehículo que llevas, es mejor no hacer o abortar que llevar adelante de todas formas. Desde mi punto de vista, desde la poca experiencia al volante que tengo, circular por una carretera de doble sentido y un carril para cada uno de ellos siempre me parece lo mismo: un acto de paciencia y prudencia. Recientemente he tenido que ir a las cercanías de mi ciudad por motivos de trabajo, y el recorrido era mitad y mitad, autovía y carretera nacional de un carril para cada sentido. 58 kilómetros de distancia, 55 minutos estimados de viaje (una hora en realidad). Las razones son bien sencillas, una carretera nacional con zonas limitadas a 80 km/h, una ruta frecuentada por camiones, y el no verlo claro a la hora de adelantar. Reconozco que si en un par de ocasiones hubiese intentado el adelantamiento a los camiones lo habría logrado. Eso creo. El coche que conduzco no es de los que te entregan buena potencia cuando se la pides, es de respuesta algo más lento. Y yo, sinceramente, no veía muy bien la velocidad a la que venían los del otro carril, además de que el camión que me tocó a la ida, y el que me tocó a la vuelta también me quitaba buena porción de campo visual. Sin embargo, uno de los motivos de preferir quedarme tras el camión, dejando casi 100 metros entre él y yo, es que quienes venían detrás de mí no dudaban a la hora de adelantar y lo hacían, poniéndose entre el camión y yo. De nuevo, la distancia de seguridad me ayudaba y el exceso en este caso dejaba espacio suficiente para los que no adelantaban los dos vehículos a la vez: el mío y el camión. Porque he visto varios adelantamientos así en ese viaje. El más ajustado, un Mercedes que nos adelantó a mí, al coche que iba delante y al camión, volviendo bruscamente al carril delante del camión pero casi sin espacio con el coche que venía en sentido contrario. Viendo mi velocidad media, me encontraba circulando a unos 75 km/h mientras que adelantando al camión iría a 80km/h en esas zonas limitadas. ¿Valía la pena? Sinceramente para mí no. Preferí sentirme seguro dejando espacio suficiente, sin embargo no puedo dejar de pensar que con mi propia seguridad podría estar incitando a los demás a realizar adelantamientos arriesgados. ¿Es eso cierto? Pues mi opinión reflexionando sobre el tema es que no. Dejando 100 metros, prácticamente, de espacio delante de mí estaba dando la oportunidad de adelantarme a mí, volver al carril y planificar un nuevo adelantamiento. Nadie está obligado a adelantar a tres vehículos de una tacada. Las prisas, la impaciencia, no son buenas compañeras de viaje. Y lo veo claro, para mí es más importante sentirme seguro al volante que ganar 10 minutos en el trayecto de vuelta a casa, porque lo que yo quiero hacer es llegar, darle un beso a mi mujer y disfrutar de la comida y la sobremesa.

Luces de conducción diurna, cómo usarlas correctamente.

Josep Camós 19 de septiembre de 2011 | 08:00 Hace unos días s63aut pidió un artículo sobre las DRL o luces de conducción diurna, y lo prometido es deuda, aunque ya avanzo que, en esencia, el problema de las luces de conducción diurna está más en el usuario que en la luz en sí. Menuda novedad, ¿eh? Es de esperar que dentro de unos días, dentro del Especial sobre Normas de circulación que está desarrollando Capreolus, aparezca el tema del alumbrado del vehículo, así que intentaré no pisarle el terreno en lo legal, pero sí que podemos centrarnos en la actitud del conductor que lleva o no lleva encendidas las luces de conducción diurna, y a partir de ahí, comentarlo. Hagamos un poco de historia, que siempre viene bien. Las luces de conducción diurna, también conocidas por sus siglas LCD o DRL, del inglés Daytime Running Light (o Lamp, que para el caso tanto da), llegan tras muchos años de experiencia con automóviles que llevan encendidas de día las luces de cruce ya que la presencia del vehículo se hace más evidente con ellas en marcha. La práctica de llevar las luces encendidas nace en Escandinavia hacia 1972, en 1990 se hizo obligatorio en Canadá y opcional en EEUU, y con la llegada del siglo XXI las luces diurnas comienza a extenderse por toda Europa porque, a diferencia de lo que sostienen algunos lucescépticos, son igualmente útiles cuando brilla el sol (tal y como expliqué en mi ruta por Noruega). Pero para que el éxito de las LCD sea posible, es necesaria una aceptación popular, y esta viene de la mano de las campañas de apoyo a las luces 24 horas de las que nos estuvimos haciendo eco (y apoyamos sin reparos) en esta publicación. De todas formas, y como sabe cualquiera, cada herramienta tiene un uso y para cada uso corresponde una herramienta, así que las luces de cruce se revelan como un parche mejorable para que el coche sea visto en la distancia. Las luces de bajo consumo y alta eficiencia son la respuesta: iluminan más, se calientan menos y tienen una vida útil mayor, y por eso se legisla que en la UE todo coche que salga de fábrica en 2011 llevará luces de conducción diurna y encendido automático de este tipo. Y ahí estamos ahora. “A mí quítame eso de las luces, que no me hacen falta”
A partir de esto, tenemos el problema del hábito, que no hace al monje pero siempre nos dificulta la vida cuando hablamos de la conducción no segura. El hábito, en este caso, fuerza a que muchos conductores busquen en el libro de instrucciones de su coche o pregunten en el taller cómo apagar esas lucecitas que no tienen sentido alguno y que seguro que gastan un montón. Es la consecuencia de no comprender el funcionamiento de las luces de conducción diurna ni la razón por las que se llevan encendidas ni menos todavía lo irrisorio de su consumo en el cómputo global de la energía que derrocha el más ineficiente de los motores, que es el de combustión interna, más cuando las normas de la UE obligan a que las lámparas empleadas sean de alta eficiencia energética. Falta formación de los conductores. Segunda novedad del día, sí. Y a falta de formación, falta información, que un poco de comunicación por parte del organismo autónomo que lleva todo esto de la circulación de vehículos en nuestro país, llámalo DGT, llámalo entelequia, llámalo batalla perdida, tampoco vendría mal. Luego está el espíritu aquel que nos trasladó Jaume con la anécdota de ‘El baile de los pajaritos’, que no es más que la realidad palpable que nos recuerda que, en este país, o se explican muy bien las cosas, o pervive la idea de que “como siempre se ha hecho así, para qué cambiar”. “Como llevo las DRL, no necesito nada más”
Este es el otro extremo, el del conductor que cree que llevando una candelita encendida ya se le ve desde la órbita del Google Earth, lo cual puede tratarse también de un problema de hábitos del que advertí hace tiempo al hablar de las luces de conducción diurna y sus riesgos, pero no sé por qué me da a mí que en más de una ocasión va a ser un problema de actitud puro y duro, cuando no de falta de conocimientos directamente. Es algo similar a lo que ocurre cuando la luz ambiental cae de repente, por ejemplo porque está a punto de echarse a llover, y vemos que algunos conductores encienden las luces… ¡de posición! ¿Quién pretenden que les vea con semejante luciérnaga? Y con las luces de conducción diurna, pasa otro tanto. Huelga decir que a partir de que cae el sol y hasta que por la mañana el día se levanta del todo, para circular por España es obligatorio usar las luces de posición más las de cruce (también llamadas “corto alcance”, “cortas” o, en América, “bajas”), usando las de carretera (“largo alcance”, “largas”, “altas”) cuando estamos fuera de ciudad y no deslumbramos a nadie, mientras que las de posición, solas, se emplean únicamente en inmovilizaciones. Por su parte, las luces de conducción diurna no son una luz “para todo momento”, sino simplemente para todas aquellas situaciones en las que, hasta ahora, no empleábamos luz alguna por obligación sino que llevábamos el coche a oscuras, entre otras cosas porque las luces de conducción diurna no hacen que se enciendan las de posición traseras, de manera que si circulamos con luces de conducción diurna cuando la luz ambiental no es suficiente corremos un serio riesgo de colisión por alcance. Y ahora que acabo el artículo… ¿soy yo, o todo esto es tan lógico que roza lo evidente?

sábado, 17 de septiembre de 2011

Uso de los sistemas de retención en vehículos.

Durante el año 2010 uno de cada cuatro fallecidos en turismo por accidentes de carretera no usaba cinturón de seguridad. Es decir, que de los 634 fallecidos en turismos que hubo durante los primeros ocho meses, 146 no usaban cinturón. Otro dato no menos significativo es que de entre los fallecidos hay 39 niños, menores de 12 años, de los que 14 no llevaban ningún tipo de accesorio de seguridad. A estas alturas y después de conocer las escalofriantes cifras que merecen nuestra preocupación pregunto, ¿está justificado el no hacer uso del cinturón de seguridad o dispositivo de retención infantil durante la conducción? Estamos hablando de muertes que podían haberse evitado con casi total seguridad, ya que la utilización del cinturón de seguridad reduce un 50% el riesgo de muerte en caso de accidente. Además, el uso de sistemas de retención reduce también el riesgo de contacto en el interior del habitáculo, minimiza la gravedad de las lesiones como consecuencia de los impactos frontales y laterales e impide que tanto el conductor como los pasajeros salgan expulsados del vehículo. Coincidiendo con la vuelta al colegio y el aumento del número de desplazamientos de menores para ir y venir de los centros escolares, la DGT nos recuerda la responsabilidad que tienen los padres para que lleven a los pequeños en las sillas adecuadas, debidamente colocadas y abrochadas de forma correcta. No valen excusas, como que es un trayecto corto, que está aquí al lado o que voy a ir despacio, porque en un segundo puedes hacer que cambie la vida de tu hijo y nada vuelve a ser igual Tenemos que poner todo nuestro empeño para que ningún niño pierda la vida por no ir correctamente sentado en un sistema de retención infantil (SRI) adecuada a su peso, talla y edad. Un menor sin ningún tipo de sujeción multiplica por cinco las posibilidades de sufrir lesiones importantes. Por eso el Reglamento General de Circulación obliga al conductor y a los pasajeros, tanto de los asientos delanteros como de los traseros, a llevar correctamente abrochado el cinturón de seguridad o el dispositivo de retención infantil cuando se vaya a realizar cualquier trayecto de vía urbana o interurbana. Además se aclara que en el caso de que el pasajero del vehículo fuera menor de edad, la responsabilidad por el hecho denunciable le correspondería al conductor. El incumplimiento de esta norma está tipificado como infracción grave y se sanciona con multa de 200 euros y la pérdida de tres puntos en el caso de los conductores. La vigilancia y control de la campaña se realizará por parte de los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en las carreteras que son titularidad del Estado, Comunidades Autonómicas y Diputaciones, exceptuando en las Comunidades donde se han transferido las competencias. No obstante, en cuanto a las zonas urbanas, participarán aquellos Ayuntamientos con más de 25.000 habitantes que disponen de policía local propia, sumándose así a la campaña para controlar en las vías urbanas. Tenemos que estar convencidos de que los sistemas de retención en vehículos (cinturón de seguridad y sistema de retención infantil) son importantes para nuestra seguridad como conductores y como pasajeros. Hay quien opina, (por cierto, cada vez menos), que cada uno es libre de elegir qué medidas tomar en el interior de su vehículo. A esos escépticos y cerrados de mollera, hay que recordarles que en caso de sufrir unas lesiones por no llevar puesto, por ejemplo, el cinturón de seguridad, los gastos de hospitalización los pagamos entre todos. Como datos adicionales para la reflexión, la DGT en su balance sobre la accidentalidad durante este verano, desde el 1 de julio al 31 de agosto, nos recuerda que el 15% de los muertos en turismo no hacía uso del cinturón de seguridad y que todavía uno de cada cinco fallecidos en turismo no llevaba puesto el cinturón. Además, en relación a la accidentalidad infantil, nueve de cada diez lesiones infantiles graves o mortales, podrían haberse evitado si se hubiera utilizado correctamente los sistemas de retención infantil. Por tanto, como conductores o pasajeros, no valen excusas ni se puede justificar la omisión en cuanto a la utilización de los sistemas de retención en los vehículos

Suspensión del Automóvil.

Para reducir los efectos incómodos de las irregularidades del camino, los automóviles están dotados de un sistema de suspensión. El objetivo de este sistema es evitar que estas oscilaciones se transmitan a los pasajeros o la carga. Esto se logra a través de un conjunto de uniones elásticas bien elaboradas que constituyen el sistema de suspensión. El sistema de suspensión comienza en el mismo neumático, capaz de "alisar" las irregularidades más pequeñas del camino, debido a su propia naturaleza elástica, y termina en el asiento, último eslabón de la cadena camino-pasajero Oscilaciones y su influencia. Durante el movimiento de un vehículo por un camino se pueden producir oscilaciones muy variables en cuanto a amplitud y frecuencia, dependiendo del camino y la velocidad del vehículo. El fenómeno de la influencia de las oscilaciones en la sensación de confort del viaje ha sido estudiado desde hace mucho tiempo. De estos estudios se ha establecido que las oscilaciones más perjudiciales son aquellas de baja frecuencia (entre 20 y 150 Hz) que están próximas a las frecuencias naturales de oscilación de los órganos internos del ser humano. Frecuencias más altas o más bajas son más tolerables, aunque por ello no dejan de ser incómodas. Los sistemas de suspensión de los automóviles se diseñan especialmente para amortiguar lo mayor posible las oscilaciones más perjudiciales y tratan a su vez de minimizar el efecto de todas las otras. Como funciona un sistema de suspensión Cuando se habla de suspensión, nos estamos refiriendo a un sistema en el cual, un objeto se mantiene suspendido en el aire apoyado o suspendido sobre una unión elástica con otro objeto que sirve de apoyo sobre el suelo. Todos sabemos que un cuerpo suspendido adquiere movimiento si sobre él se realiza una fuerza, habremos podido darnos cuenta que la velocidad que adquiere el cuerpo en un tiempo determinado dependerá de la masa (peso) del cuerpo, así tenemos que nos cuesta mucho esfuerzo poner en movimiento un cuerpo pesado como un automóvil, empujándolo, mientras que con muy poco esfuerzo podemos poner en movimiento empujando una bicicleta. Este fenómeno de oponer resistencia al movimiento de acuerdo a la masa se conoce como inercia. Este fenómeno de la inercia es el que da pie a la posibilidad de elaborar sistemas de suspensión. El esquema abajo muestra un cuerpo pesado suspendido por un elemento elástico (resorte) que se apoya sobre otro cuerpo más ligero. Si ahora aplicamos una fuerza vertical de corta duración al apoyo para levantarlo, tal y como sucede cuando un cuerpo en movimiento encuentra una protuberancia del camino, el apoyo, de poca inercia reacciona con facilidad y se mueve en dirección vertical copiando el perfil de la protuberancia. Pero no pasa lo mismo con el cuerpo pesado, este ultimo ofrece un mayor resistencia al movimiento debido a su elevada inercia, por lo que la subida del apoyo se produce principalmente a expensas de la contracción del resorte, reduciendo notablemente el efecto de subida del cuerpo pesado, no obstante el cuerpo pesado siempre se moverá alguna cantidad. Este elemental esquema mecánico constituye la esencia de los sistemas de suspensión.
Amortiguador El sistema de suspensión descrito arriba adolece aun de un gran problema. Cuando un sistema elástico se saca de su posición de equilibrio, es decir, se estira o encoge el resorte separando o juntando los cuerpos, y luego se suelta, el sistema no vuelve directamente a la posición de equilibrio, si no que comienza a oscilar alrededor de ella, un tiempo más o menos largo, en dependencia de la resistencia al movimiento que encuentre. En el caso que nos ocupa, la resistencia al movimiento del cuerpo pesado se limita a la resistencia del aire que lo rodea y a las pérdidas internas del material del resorte, esta resistencia es en general muy pequeña y el sistema se mantendrá oscilando por largo tiempo. Este efecto de oscilación por largo tiempo después de haber sucedido el evento perturbador es a todas luces indeseado, y en la práctica se resuelve con el uso del amortiguador. El amortiguador es un dispositivo colocado entre el cuerpo suspendido y el apoyo, en paralelo con el resorte, que produce una cierta resistencia al movimiento mutuo. Esta resistencia ha sido calculada y probada para influir poco en el fenómeno de movimiento mutuo cuando se produce la perturbación, pero que amortigua rápidamente la posibilidad de la oscilación natural del sistema elástico después. Componentes de la suspensión Un sistema de suspensión moderno de un vehículo de carretera tiene los componentes siguientes: 1. El neumático 2. El mecanismo de soporte. 3. El amortiguador 4. La barra estabilizadora 5. Los soportes elásticos de la carrocería 6. El asiento de los pasajeros Todos estos elementos participan en mayor o menor grado en la disminución de la transmisión de las oscilaciones del camino, y/o las generadas por las partes en movimiento del propio vehículo, a los pasajeros o a la carga. No todas están presentes en todos los vehículos, por ejemplo, muchas máquinas agrícolas o de la construcción de lento andar, casi delegan toda la suspensión al asiento del operador. El neumático El sistema de suspensión en el automóvil comienza en el contacto del neumático con el camino. La propia elasticidad del caucho relleno de aire proporciona un enlace muy elástico capaz de moverse por un camino sin apenas transmitir las oscilaciones de pequeña magnitud al resto del vehículo. La presión de inflado repercute mucho en la capacidad del neumático de evitar la transmisión de ondulaciones al vehículo. Una presión excesiva endurece el neumático y esta rigidez dificulta la absorción y se empeora la suspensión. La propia naturaleza del neumático es muy importante, así tenemos que los de cuerdas radiales son más elásticos que los de cuerdas diagonales, y por tanto mejores en la suavidad de la suspensión. El mecanismo de soporte Siempre, el elemento que soporta las ruedas se conecta a la carrocería a través de un mecanismo muy elástico que permite el movimiento relativo de las ruedas y la carrocería, tal y como se representa esquemáticamente en el sistema de suspensión elemental tratado arriba como un resorte. Este mecanismo en la práctica tiene dos diseños básicos. 1. Eje de carga transversal con una rueda en cada extremo, unido a la carrocería a través de un elemento elástico de soporte de carga. 2. Mecanismo trapezoidal independiente por cada rueda, unido a la carrocería a través de un elemento elástico de soporte de carga. (conocido como suspensión independiente). Este elemento elástico puede tener diferente naturaleza como veremos más abajo, no obstante de ahora en adelante se le llamarán muelles. En la descripción del sistema elemental de suspensión descrito más arriba se ha anotado la importancia de que el elemento de apoyo sea sustancialmente más ligero que el elemento suspendido, mientras más grande sea la masa suspendida en relación a la masa de apoyo, mejor serán absorbidas las irregularidades del terreno. Por eso los fabricantes de automóviles tratan de aligerar lo más posible las partes del automóvil que corresponden al mecanismo de suspensión es decir las que están por debajo de los muelles. Estos elementos serían los propios neumáticos, los mecanismos de montaje de las ruedas, los frenos y los ejes o mecanismos de carga. Muelles Los muelles, son con mucho, el elemento más importante en la absorción de las irregularidades del terreno, estos elementos elásticos que hemos convenido en llamar muelles pueden ser: 1. Resortes de acero en espiral 2. Resortes de acero en hojas superpuestas. 3. Bolsas de aire. 4. Barra de torsión 5. Combinaciones de ellos. Resortes de acero en espiral Estos tipos de muelles son los más utilizados en los automóviles ligeros, resultan ser como se muestra en la figura de la derecha, un grueso alambre de acero al manganeso templado arrollado como un cilindro en espiral ascendente, generalmente de diámetro y paso constantes. Estos resortes tienen la característica de que la distancia de compresión es proporcional a la carga que soportan, es decir para carga doble se reducen a la mitad de tamaño.
Estos tipos de muelles son los más utilizados en los automóviles ligeros, resultan ser como se muestra en la figura de la derecha, un grueso alambre de acero al manganeso templado arrollado como un cilindro en espiral ascendente, generalmente de diámetro y paso constantes. Estos resortes tienen la característica de que la distancia de compresión es proporcional a la carga que soportan, es decir para carga doble se reducen a la mitad de tamaño. Esto los hace muy elásticos y por lo tanto útiles para las suspensiones más suaves como las de los automóviles de pasajeros y la suspensión delantera de los camiones ligeros, donde la carga no varía de manera notable entre el vehículo vacío y cargado. En los camiones pesados donde la diferencia entre vehículo vacío y cargado es muy grande no son apropiados ya que si se fabrican de acuerdo al peso de la carga, resultarán muy rígidos cuando el vehículo marche vacío. Otra ventaja de estos muelles es que son de relativa pequeñas dimensiones para la carga que soportan. Una desventaja de los muelles de espiral es que ellos en si mismos no sirven para producir sujeción entre el eje de las ruedas y la carrocería, por lo que deben estar acompañados de unos tensores de agarre a ese fin. En el siguiente esquema puede verse un típico montaje del muelle en espiral, nótese está colocado dentro de un mecanismo de palancas en forma de horquillas, que unen el eje de la rueda (aro rojo) al vehículo, a través de los puntos de pivote (puntos rojos en las horquillas), Estas horquillas pueden pivotar en esos puntos permitiendo el movimiento relativo de la rueda en dirección vertical, pero impiden movimiento relativo alguno en dirección horizontal, con lo que se garantiza que la rueda y el vehículo estén rígidamente unidos durante las frenadas.
Una vista más real de este mecanismo puede verse en la siguiente figura. El rectángulo negro representa la rueda delantera montada sobre un eje saliente de una pieza en cuyos extremos hay unas articulaciones de bola que a su vez se acoplan a las horquillas del mecanismo de suspensión. Esas articulaciones de bolas permiten al eje de la rueda el movimiento relativo adecuado con las horquillas tanto en la dirección vertical, así como en el ángulo direccional. Una gruesa pieza de acero está rígidamente acoplada al vehículo a en ella se acoplan las horquillas y se soporta el muelle de carga. El cilindro que se observa dentro del muelle es el amortiguador cuya utilidad se explicó más arriba y se detalla más abajo.
Este no es el único diseño del mecanismo de soporte, este el generalmente utilizado para la suspensión delantera independiente, de vehículos con tracción trasera, la utilización de la tracción delantera donde una barra de transmisión se acopla al centro de la rueda, impide la colocación del muelle en esa posición por lo que se acude a otros diseños que liberan el espacio para esta barra. Haciendo clic aquí puede ver imágenes de diferentes diseños. Muelles de hojas superpuestas
Abundantemente utilizados en los vehículos de carga por su simplicidad y larga duración, los muelles de hojas o ballestas están construidos por la superposición de hojas de acero al manganeso templado de diferente longitud como se muestra en la figura de la izquierda. La razón por la que se fabrican de este modo se explica por lo siguiente: Estos muelles funcionan como una placa plana curvada que se flexiona al aplicarle una carga, la práctica demuestra que la figura geométrica de este tipo más elástica y ligera es la placa plana más ancha en el centro y terminada en punta en los extremos tal y como se muestra a continuación.
La figura 1 representa la forma de la placa plana cuya flexión es la mayor posible con una carga para determinada resistencia, obsérvese la forma, tiene el máximo ancho en el centro, y termina aguzada. Abajo en la figura 2 la misma placa mostrando la sección lateral curvada y la fuerza F en el centro, tal y como se usaría en el automóvil para soportar la carga. Si fabricamos nuestra ballesta con la placa plana óptima y más flexible, resultaría demasiado ancha para ser colocada en el poco espacio donde debe ir, por eso, lo que se hace es cortar en tiras esa plancha y colocarlas unas encima de las otras para formar un paquete que reduce notablemente las dimensiones pero conserva la elasticidad máxima. No es difícil darse cuenta que cada hoja será más pequeña que la que le precede si consideramos la primera tira cortada desde el centro de la plancha. El paquete de hojas se asegura a través de un perno con tuerca que atraviesa todas las hojas utilizando un agujero practicado en todas las hojas en el centro. Los extremos de la hoja más larga, conocida como maestra han sido doblados para formar un cilindro pequeño por donde se une al vehículo, utilizando un casquillo de goma dura. En la figura que sigue puede verse un típico uso de estos muelles de hojas en un camión pesado de doble eje trasero.
Observe el muelle formado por tres hojas de diferente tamaño, acoplado al chasis del camión en el centro. Las ruedas están quitadas para facilitar la vista del muelle. Observe también, que los extremos del muelle están sujetos a los ejes en los "ojos" de los extremos de la hoja maestra a través de gruesos pernos y que hay unos robustos tensores que aseguran los ejes al chasis y así poder hacer el muelle más ligero ya que no tiene que soportar las enormes cargas de frenado. No es muy difícil darse cuenta que con la carga y la consecuente flexión del muelle tendiendo a enderezarse, la distancia entre los ejes varía, separándose y acercándose durante los movimientos ondulatorios en las irregularidades del camino. Los amortiguadores están pintados de rosado. Bolsas de aire A partir del desarrollo de cauchos y fibras de refuerzo cada vez más resistentes, las bolsas de aire como elemento flexible, han ido adquiriendo más y mas utilización en los vehículos dotados con frenos de aire donde el aire comprimido está disponible. Estas bolsas de aire proporcionan una suspensión muy suave y suficientemente duradera. La ventaja principal de las bolsas de aire comparadas con el resto de los muelles es que su presión interior puede ser modificada de acuerdo a la carga y con ello mantener la misma altura en el vehículo cargado y el vacío además de proporcionar casi la misma suavidad de marcha con independencia de la carga aprovechando la compresibilidad del aire interior. En principio, estas bolsas de aire se montan de la misma manera que los muelles en espiral, sustituyendo estos, pero acompañadas de un sensible mecanismo neumo-mecánico de control de presión. En la foto de la derecha puede verse un típico montaje de las bolsas de aire en un camión pesado. Estas bolsas de aire no sostienen el eje en su sitio tal y como los muelles en espiral, por lo que el uso de tensores de soporte son necesarios.
Barra de torsión La barra de torsión como elemento de soporte de la carga es también muy utilizada. En este caso la rueda está montada en un mecanismo oscilante que pivota en algún punto de unión a la carrocería tal y como se vio en el caso de los muelles de espiral. Esta pieza pivotante para moverse con respecto a la carrocería tiene que torcer una barra de acero templado que está fija en el otro extremo al vehículo, de manera que el peso del automóvil mantiene la barra parcialmente torcida, con los aumentos y disminuciones de la carga al transitar por las irregularidades del camino la barra absorbe los movimientos verticales del neumático torciéndose mas o menos. Estas barras de torsión pueden estar transversales o longitudinalmente al vehículo. En la figura de la derecha se muestra un esquema de montaje de una suspensión delantera con barras de torsión longitudinales al vehículo. Observe que cada rueda está montada en una horquilla que pivota en dos puntos y está a su vez acoplada al extremo curvo de una barra de torsión, de manera que debe torcer esta barra para poder moverse en sentido vertical. El otro extremo de la barra de torsión está rígidamente sujeto al cuerpo del vehículo. Observe que la utilización de las barras de torsión facilita el paso de las barras de transmisión del movimiento a la rueda tan comunes hoy en los vehículos ligeros de tracción delantera.
El amortiguador Al principio del tema se ha descrito la función del amortiguador, ahora detallaremos en su construcción. Erróneamente muchas personas piensan que el amortiguador participa en el soporte de carga del vehículo. Lo real es que el amortiguador, aunque importante para mejorar la suavidad de la suspensión y la estabilidad del vehículo en caminos tortuosos, no es imprescindible, de hecho la mayor parte de los vehículos que circulan por el mundo lo hacen con los amortiguadores en mal estado o sin ellos. No obstante son muy importantes para un manejo más seguro. Amortiguadores de fricción Los primeros amortiguadores eran de fricción o rozamiento, la figura de la derecha muestra uno típico, están constituidos por dos brazos, uno de los cuales se acopla al mecanismo de la rueda, y el otro a la carrocería del vehículo. Esos brazos terminan en unos discos separados por un material de fricción y apretados por una pieza de acero templado que funciona como resorte de diafragma. Un perno en el centro mantiene el conjunto y sirve además para apretar más o menos el resorte de diafragma y así lograr mayor resistencia por fricción al movimiento relativo de los brazos.
Cuando el vehículo transita por un camino abrupto y las ruedas suben y bajan copiando el perfil del terreno las ruedas se mueven hacia arriba y hacia abajo con respecto al vehículo comprimiendo los muelles de la suspensión, estos brazos ofrecen resistencia al movimiento para amortiguar las posibles oscilaciones libres del sistema y hacer más confortable el camino. Estos amortiguadores aunque efectivos eran de doble acción, es decir se oponen al movimiento relativo de las ruedas y el vehículo en las dos direcciones, tanto cuando la rueda sube respecto al vehículo como cuando bajan. Este doble efecto es en ocasiones indeseado porque "endurecen" un tanto la suspensión, además su duración no es muy larga ya que el material de fricción está sometido a un severo trabajo de desgaste especialmente en caminos accidentados. Hoy en día los amortiguadores de fricción para los automóviles han caído en desuso y en su lugar se utilizan los amortiguadores hidráulicos. Amortiguadores hidráulicos La figura siguiente muestra un esquema del funcionamiento del amortiguador hidráulico de simple acción. Los aros negros son los lugares por donde el amortiguador se ancla a la carrocería y al soporte de la rueda respectivamente, de manera que durante el movimiento relativo de las ruedas los aros de separan y acercan. Para hacerlo el vástago acoplado al cilindro superior y en cuyo extremo hay un pistón, debe moverse dentro del aceite que contiene el otro cilindro herméticamente sellado. Para que el pistón se mueva, debe transferirse el aceite de un lado al otro del pistón, a través de los agujeros practicados en él. Estos agujeros son de diferente diámetro, de manera que por uno de ellos el aceite fluye con relativa dificultad mientras que por el otro (de mayor diámetro), el aceite pasa libremente. Una válvula de simple acción cierra o abre el orificio grande en dependencia de la dirección de movimiento del vástago. De esta forma durante la carrera de compresión la válvula se abre y el vástago baja libremente, mientras que en la carrera de expansión, la válvula se cierra y el amortiguador ofrece gran resistencia al movimiento porque el aceite fluye con mucha dificultad por el pequeño agujero. La parte superior está llena de gas (aire u otro) lo que permite utilizando la compresibilidad del gas, que el aceite se contraiga o dilate con los cambios de temperatura y además absorbe los pequeños movimientos de las ruedas en las irregularidades menores del camino.
Aunque este es el principio básico de operación, la búsqueda de mayores prestaciones y durabilidad, han hecho que los fabricantes de amortiguadores hidráulicos hayan creado verdaderos ingenios mecánicos en el interior, utilizando múltiples cilindros, válvulas múltiples, resistencia al movimiento diferente en ambas direcciones y toda clase de mejoras. Las fotos de la derecha muestran vistas de amortiguadores reales, observe la foto de abajo, los muelles de espiral de la suspensión están incorporados como un conjunto con los propios amortiguadores, especialmente en las motocicletas. En las vistas de suspensión de aquí, también puede verse que es muy común para la suspensión delantera en los vehículos con tracción en ese puente. Los amortiguadores son parte de la suspensión como un conjunto, y han sido elaborados y probados estrictamente para esa suspensión, no es bueno, ni recomendable utilizar amortiguadores diferentes a los previstos por el fabricante como hace mucha gente, el resultado puede ser indeseable y además puede perjudicarse notablemente la estabilidad del vehículo. Lo mismo sucede con la forma de montaje, el lugar y el ángulo conque están montados los amortiguadores es parte integrante del trabajo adecuado de estos aparatos, modificarlos puede ser peligroso.
La barra estabilizadora. No todos los vehículos están dotados de barra estabilizadora, este componente juega un papel menos importante en el sistema de suspensión, no obstante su uso representa claras ventajas en la estabilidad del vehículo. Este elemento es esencialmente una barra de acero elástica en forma de U alargada conectada en un extremo, al mecanismo de suspensión de un lado del vehículo, y en el otro extremo al otro lado del mecanismo de suspensión de la otra rueda, representada de color naranja en la figura de abajo. Esta barra torciéndose, transfiere parte de la carga adicional aplicada a la suspensión del un lado, a la suspensión del otro lado, cuando el vehículo hace un giro, reduciendo notablemente la inclinación de la carrocería.
La barra como puede apreciarse se monta en unos soportes acoplados al cuerpo del vehículo que permiten su rotación. El tipo más común de barra es el que se encuentra en la suspensión delantera de los automóviles. Cuando el vehículo entra en una curva, la carrocería tiende a inclinarse hacia fuera. Esto provoca que las ruedas que van por la parte exterior de la curva sean sometidas a una mayor fuerza dinámica, que se traduce en un mayor peso sobre la suspensión. Inversamente, las ruedas internas se descargan. Por ello se puede observar una compresión de la suspensión del lado externo y una extensión por el lado interno. Este efecto puede llegar a hacer que alguna de las ruedas internas pierda el contacto con el pavimento. La elasticidad asociada a la barra determina cuan efectiva es para contrarrestar la inclinación del vehículo. Esta elasticidad típicamente viene dada por el diámetro de la barra. Una barra muy elástica no transferirá mucha fuerza desde una rueda a otra, por lo que no será muy efectiva para impedir la inclinación. Una barra rígida transferirá mayor fuerza, pero esto impactará en el confort de conducción, ya que si una rueda circulando en línea recta pasa por sobre un obstáculo, perturbará más la rueda opuesta que una barra muy elástica. Las fotos que siguen muestran vistas reales del montaje de barras estabilizadoras.
Esta página fue modificada la última vez el: Domingo, 7 de agosto de 2011