jueves, 19 de septiembre de 2013

¿SE CONSIDERA USTED UN BUEN CONDUCTOR?

Seguramente muchos de ustedes habrán contestado afirmativamente a esta pregunta. Les invitamos a que lean lo que sigue y al terminar reflexionen sobre si continuarían pensando lo mismo. Para llegar a ser un buen conductor se han de reunir ciertos requisitos, unos más importantes que otros, pero todos han de estar presentes en la conducción. El más elemental, y en el que muchos de ustedes habrán pensado de inmediato, es el cumplimiento de las normas de circulación, o sea, no cometer infracciones. No hace falta extenderse en este apartado, todos somos conscientes de lo perjudicial y peligroso que puede ser el saltarse normas de tráfico y lo importante que es que todos las cumplamos para poder disfrutar de una conducción segura y ordenada. Pero no es suficiente con no infringir las normas de circulación, el buen conductor ha de tener también una actitud educada y solidaria hacia los demás al subirse al vehículo. Y esta actitud se pone en duda cuando: - Escupimos fuera de la ventanilla, - Arrojamos colillas de cigarro encendidas, papeles... - Abusamos del claxon innecesariamente. -
No dejamos adelantar a vehículos que circulan más rápido. - Nos hurgamos la nariz aprovechando la parada del semáforo. - Abrimos de pronto la puerta del coche, sin asegurarnos si pasa algún peatón. - Saltamos a gritos, insultos o bocinazos si otro hace una infracción (no solucionamos nada así). - Circulamos a velocidad cerca de las aceras en días de lluvia, mojando así a los peatones. - No paramos ante un coche averiado para preguntar si necesita ayuda. - Aparcamos en doble fila. - Pitamos casi antes de que la luz del semáforo se ponga en verde, para que los vehículos que van delante empiecen a arrancar. - Etc, etc. Estas acciones ponen al descubierto una falta de respeto hacia los demás y cierta agresividad y egoísmo por parte del que lo hace. Todo conductor, además, ha de ser capaz de interpretar determinados indicios, gestos y situaciones peligrosas, a esto se le llama conducir a la defensiva y es otro de los requisitos del buen conductor. Hay situaciones en las que no queda más remedio que prever las intenciones de los demás, saber leer e interpretar una serie de indicios y ponerse a la defensiva. Algunos ejemplos serían: Cruce: cuando veamos un vehículo detenido en un cruce, a la salida de una gasolinera, finca... hemos de pensar que puede ser que se incorpore a la vía principal e intercepte nuestra trayectoria. Animales: cuando nos acercamos a un lugar de paso de animales y los percibimos cerca, pensemos que pueden asustarse o cruzar sin control. Discusión: si el conductor del vehículo que va delante discute acaloradamente con otros ocupantes, es señal que no está prestando la suficiente atención y puede reaccionar de forma imprevisible. Doble fila: ante un coche que se acaba de detener en doble fila hemos de pensar, o bien iniciará marcha atrás para aparcar, o que sus ocupantes se van a bajar. Niños: cuando se detecta la presencia de niños jugando al borde de la calzada o de peatones mirando hacia la misma, debe prever que pueden irrumpir en ella. Velocidad: Si el vehículo que nos precede disminuye la marcha, puede deberse a que hay retenciones, el mal estado de la vía, que se va a detener o cambiar de dirección. Paso de peatones: Un vehículo detenido en un paso de peatones es signo inequívoco de que están cruzando peatones, aunque no los veamos. Vehículo estacionado: Un vehículo estacionado con el tubo de escape humeante podría ponerse en marcha en cualquier momento, y si el motor esta desconectado y hay personas dentro, podrían abrirse las puertas de improviso. Ancianos y noveles: Especial cuidado ha de tenerse con ellos, pues tanto unos por su falta de experiencia, como los otros por la merma en las capacidades perceptivo-motoras, pueden hacer maniobras imprevisibles. El último requisito que consideramos se ha de cumplir es el ser consciente de que hay ocasiones en las que no estamos en condiciones para conducir, y actuar en consecuencia, ser honestos con nosotros mismos y evitar ponernos en peligro a nosotros y a los demás. Deberíamos evitar coger el coche cuando: - Se ha ingerido alcohol o drogas. - Notemos que tenemos sueño. - Al inicio de un tratamiento farmacológico que interfiera con la capacidad de conducir. - El médico nos aconseje no conducir. - Etc, etc. Ser un buen conductor va más allá de saber manejar bien un vehículo, de saber reaccionar ante situaciones difíciles, de tener experiencia en la conducción... Para llegar a ser un buen conductor se han de reunir, además, estos requisitos que ponen de manifiesto que somos conscientes de que compartimos las vías con otros usuarios a los que hemos de respetar, que la conducción está llena de peligros a los que muchas veces nos hemos de anticipar y que en ocasiones hemos de reconocer que no estamos en las condiciones psicofísicas necesarias para conducir.

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